La inclusión educativa es la oportunidad de participación de todos los niños y niñas en el ámbito del aprendizaje y desarrollo personal, independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales. A partir de esta iniciativa, se acepta, respeta y valora las diferencias; considerando y respetando las capacidades y habilidades de cada uno para poder potenciarlas al máximo.
La escuela es después de la familia, el lugar primordial de socialización en donde los niños aprenden a desenvolverse correctamente, formando parte de un grupo, compartiendo el espacio con los demás, respetando turnos y creando relaciones interpersonales provechosas para aprender a reconocerse a sí mismos como personas capaces de ayudar y comprender al otro; brindándoles la oportunidad de comprender y actuar de forma respetuosa frente a las diferencias, bajo el consejo de sus padres y profesores, lo que les ayudará a crear una relación e integrar a las personas al margen de sus diferencias físicas, intelectuales y psicológicas.
El principal objetivo de la inclusión es dar a conocer desde edades tempranas, que existen diferencias entre las personas; sin embargo, estas no son impedimento para que exista una relación cordial y respetuosa con el otro.
Entre los aspectos positivos de la inclusión en los niños de edades tempranas encontramos que:
- Les ayuda a aprender a ser tolerantes con los demás, sin importar la apariencia física o condición del otro.
- Los niños reconocen las habilidades propias y ajenas para utilizarlas como medio de comunicación y apoyo para la educación dentro del aula (ayudando a los demás) y recreación en el patio de juegos (compartiendo sus actividades favoritas).
- No observan a los demás con displicencia; por el contrario, reconocen a todos como sus iguales.
Al repasar estos puntos, se puede reconocer que los adultos debemos de ser modelos positivos a seguir. Tanto la familia como quienes estamos involucrados en su educación, somos quienes debemos enseñar a los niños desde muy pequeños a respetarse a sí mismos y a los demás, ya que cada uno de nosotros posee características diferentes que nos hacen únicos. Así mismo, es necesario reconocer que una sociedad inclusiva, tolerante y respetuosa es una sociedad que valora la diversidad y fortalece la aceptación de las diferencias individuales; que además permite convivir, contribuir y construir un mundo de oportunidades para todos.