Durante los primeros años de vida de un niño se estructura su desarrollo físico, psicológico, cultural, cognitivo y social en este tiempo, el cerebro, además de crecer, recibe del entorno la información esencial que utilizará durante el resto de la vida. Por eso, es clave que en esta etapa los niños reciban una atención integral que satisfaga no solo sus necesidades físicas y emocionales, sino aquellas relacionadas con el aprendizaje y el desarrollo de habilidades, de manera que se pueda concluir etapas adecuadamente durante la infancia como: dejar el chupón, el biberón, el pañal, dormir solo en su habitación, ayudar con las tareas en casa etc.
Es un proceso enseñarles a los niños a ser independientes y autónomos, pero, como ya sabemos, todo se aprende y por lo tanto, todo se enseña. Para que los niños desarrollen cierta autonomía en sus vidas, debemos educarlos a través de rutinas que posteriormente se convertirán en hábitos positivos que ayudaran al desarrollo y madurez, mucho dependerá de la constancia de los padres y la dedicación que se le brinde a cada etapa durante su infancia.
Tomemos en cuenta que el aspecto emocional tiene un valor muy importante en el proceso de crecimiento y educación de los niños ya que depende de cómo el niño vea el entorno que lo rodea primando siempre el afecto y acompañamiento del adulto, así como también la disciplina correcta que se ejerce. Es bien sabido que toda persona que intervenga en la crianza tendrá que conservar el mismo manejo y dominio de las situaciones a presentarse para que así el niño comprenda y no tenga ningún tipo de confusión con respecto a su conducta.
A lo largo del crecimiento de los niños se presentarán diversas situaciones para las que debemos estar preparados o buscar la ayuda oportuna si es necesario, recordemos que depende de nosotros saber guiar el desenvolvimiento personal y social de los niños, aportando para que el aprendizaje no solo sea de tipo pedagógico si no también rico en valores.